En todas partes encontramos productos que “mejoran nuestra salud” en diversos aspectos: mejoran nuestro sistema inmunitario, disminuyen el colesterol, nos ayudan a adelgazar, etc. ¿Hasta qué punto es esto cierto? Pues bien, en la mayoría de casos, estos anuncios tienen truco. Y ese truco tiene nombre: estrategia del asterisco.
La estrategia del asterisco surge a partir de un reglamento europeo en el que se indica que, si un alimento contiene un 15% de la cantidad recomendada de uno de los componentes, se pueden anunciar las propiedades saludables o beneficiosas de dicho ingrediente. Las empresas se aprovechan de esta oportunidad para anunciar ciertas cualidades que no corresponden realmente al alimento que se está vendiendo, sino a uno de sus componentes. Para hacer esto, usan el elemento estrella del engaño: el asterisco.
En el envase del producto se observa a simple vista un beneficio que puede parecer que aporta el alimento en sí, pero si nos fijamos con atención, vemos un asterisco acompañando al beneficio. El asterisco remite a la información que aclara que el beneficio anunciado hace referencia a las propiedades de un ingrediente concreto (que, como ya se ha mencionado, se encuentra en una proporción de mínimo del 15% de la cantidad recomendada).
Vamos a ver esta estrategia en un ejemplo:
Esta leche te hace tener un “corazón sano”. O mejor dicho, un “corazón sano*”. Ayuda nada más y nada menos que al colesterol, la tensión, las células, la fluidez de la sangre y a las arterias. ¡Sí que parece la leche! Pero la realidad no es esa. El asterisco nos lleva a aquí:
Los beneficios que según parece aporta la leche no son del alimento en sí, sino que son bienes que pueden aportar ingredientes que forman parte de la leche, pero que se encuentran igualmente en muchos otros alimentos.
Con este tipo de estrategias, que pueden considerarse más o menos engañosas, se fomenta el nutricionismo, basado en atribuir propiedades de alguno de los elementos al producto total. Esto puede ser peligroso, ya que lo realmente importante es el alimento final, y no únicamente un ingrediente que puede tener propiedades deseables. Con estas actividades es fácil “presumir” de propiedades beneficiosas en productos que pueden llegar a ser bastante perjudiciales para la salud. Vemos esto en este segundo ejemplo de estrategia del asterisco:
Esta bebida energética anuncia que ayuda a mejorar la memoria y a disminuir la fatiga. Sin embargo, esos beneficios se atribuyen, como se ve en la parte trasera del envase, a ciertos componentes:
La cafeína y distintas vitaminas del grupo B presentes en el producto permiten que sus propiedades puedan anunciarse en el envase. Este ejemplo es curioso porque incluso uno de los ingredientes (la cafeína) que permite anunciar algo “bueno” es un ingrediente potencialmente peligroso, especialmente en altas cantidades (lo cual ocurre en estos productos) y en niños y adolescentes.
Espero que este post haya servido para que la próxima vez que vayas al súper, tengas en cuenta cómo la información alimentaria puede estar ligeramente distorsionada con esta clase de trucos. ¡A fijarse bien en las etiquetas y a buscar asteriscos!
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