Desde la perspectiva crítica de la ciencia, la ciencia asume un compromiso social. Los científicos e instituciones científicas y tecnológicas pasan a tener una responsabilidad más allá de lo técnico, una responsabilidad político/social.
Existen varias asociaciones que trabajan en esta línea, entre las que se encuentran la UCS (Union of Concerned Scientist) o la CRG (Council for Responsible Genetics). Estas asociaciones se preocupan por las implicaciones sociales relacionadas con la ciencia y promueven el debate público y la comunicación entre ciencia e instituciones políticas y sociales.
Cotilleando la página de la UCS, me ha llamado la atención un artículo titulado “Why We Need Antiracist, Feminist Leadership on Climate and Energy”. Se trata de una crítica hacia la imposibilidad de abandonar los combustibles fósiles. La autora, Jennie C. Stephens, sostiene que no se debe a la falta de tecnología, sino a que se deja de lado la inversión y atención a lo social. Defiende que es necesario un enfoque inclusivo, antirracista y feminista para solucionar el problema climático y energético.
Parte de la base de que todo esta conectado: salud, economía, racismo, clima… De forma que, hasta que no se consiga una justicia social, tampoco se llegará a una mejora sustancial en clima y energía. Siguiendo esta línea, acuña el término “aislacionismo climático” para referirse al planteamiento del problema climático y energético como algo aislado de lo demás y que requiere exclusivamente soluciones tecnológicas. Cuando se trabaja bajo el aislacionismo climático, se dejan de lado factores sociales y no se tienen en cuenta a la población; los encargados del problema son un grupo reducido de científicos. Además, el racismo y sexismo siguen existiendo en ciencia, y, a fin de cuentas, afecta a las decisiones y acciones científicas. De esta forma, dado que el liderazgo lo siguen teniendo hombres blancos, las medidas que se toman satisfacen las demandas de esa parte de la sociedad. Esto lleva a una serie de políticas climáticas y energéticas ineficaces que benefician a los hombres blancos poderosos y ricos, pero no a la sociedad y que, desde luego, no solucionan el problema.
La crisis climática podría haber servido de impulso para una transformación social que implique mejoras también a nivel humanitario. Sin embargo, debido al “aislacionismo climático”, se deja de lado lo social, e incluso, de manera involuntaria, se incrementan las desigualdades sociales (económicas, raciales, de género, etc.). Para solucionar esto sería necesaria la inclusión de mujeres, personas de color, etc. en posiciones de liderazgo. Así, se tratarían problemas distintos y desde diferentes perspectivas, pudiendo llegar a la justicia social. Necesitamos líderes científicos que defiendan un cambio estructural inclusivo, que reconozcan y eviten el “aislacionismo climático”, promoviendo de forma conjunta la mejora climática y la social.
Me parece muy interesante este enfoque. La ciencia no solo tiene responsabilidad con la sociedad a nivel de las aplicaciones e implicaciones que puedan tener los nuevos descubrimientos e investigaciones, también es importante la justicia social dentro de la propia ciencia.
Otro punto que hay que tener muy en cuenta es el relacionado con el “aislacionismo climático”. Este es un problema que creo que se da en muchos campos de la ciencia. No se ve el contexto que rodea al campo de estudio, sino que se tiende a aislar los conocimientos y las investigaciones. Esto puede tener consecuencias negativas para la sociedad y para la ciencia.
Es cierto que es prácticamente imposible tener una visión completa de lo que nos rodea. Sin embargo, no está de más hacer un esfuerzo por intentar comprender de manera global el momento y el contexto en el que nos encontramos y contribuir en su mejora.
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