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Responsabilidad ética en ciencia: El caso del Proyecto Manhattan (Historia de la Ciencia en Europa_Tarea Final)

Las guerras son periodos que se relacionan con recesos, destrucción e involución en muchos aspectos. Sin embargo, suponen cambios de gran importancia histórica y, en muchos casos, también suponen avances importantes en ámbitos tan inesperados como el científico. Y no solo eso; la ciencia también ha contribuido de manera destacable en diversas guerras, de manera directa o indirecta. En este sentido cabe preguntarse ¿Cuál es la responsabilidad ética de los científicos?

En este post vamos a tratar el caso concreto del Proyecto Manhattan. Se trata de un importante proyecto de investigación y desarrollo que tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial y que culmina con el desarrollo de las primeras armas nucleares.

Nos situamos en las primeras décadas del siglo XX, momento en el que coinciden grandes científicos, que contribuyeron de forma decisiva en los campos de la física y la química, principalmente aportando conocimientos sobre el átomo, las teorías cuánticas y la radiactividad.

Desde el descubrimiento del radio (descubierto por Marie Curie en 1898) se empezó a ver la materia como algo dinámico y cambiante. Más tarde se consiguió obtener radiactividad artificial y se empezaron a realizar estudios sobre la materia sometiéndola a radiación. Así, Chadwick descubrió el neutrón mediante “bombardeos” de la materia. Lise Meitner (1878-1968) y Otto Hahn (1879-1968) también experimentaron en este sentido y, en 1938, estudiando los átomos de uranio, se concluyó que, al “bombardearlos”, se dividía el átomo de uranio en dos elementos más ligeros y se liberaba energía. Hasta este momento, estos descubrimientos y avances tenían una finalidad únicamente científica, sin pretensiones bélicas y quienes estuvieron involucrados en estos hallazgos iniciales no esperaban que sus inocentes “bombardeos” de materia llegasen ser la base de bombardeos nada inocentes.

Así, llegamos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), con un caldo de cultivo de grandes científicos y avances en física y química. La fisión nuclear que se había descubierto justo antes del inicio de la Guerra suponía la posibilidad de crear un “arma milagrosa”, ya que la fisión de los átomos suponía la liberación de una cantidad de energía suficiente como para poder usarse como arma. Alemania fue la primera potencia que perseguía la idea de crear esta arma nuclear (la Wunderwaffe). Los científicos eran conscientes de esta posibilidad y algunos de ellos (como Einstein) hicieron llegar su preocupación en este sentido, siendo conscientes de la gravedad del problema.

Al avanzar la guerra, los británicos también comenzaron a trabajar en dirección hacia un arma nuclear basada en uranio y, en 1942, se creó en Estados Unidos el Proyecto Manhattan, que contaba con financiación británica y canadiense, y que será el que finalmente conseguirá la creación de la bomba atómica. La investigación científica del proyecto fue dirigida por Robert Oppenheimer (1904-1967).

En 1945 se discutió la idea de si usar o no la bomba atómica contra Japón, introduciéndose el tema de la responsabilidad ética y moral dentro del ámbito científico, ya que muchos de los científicos que habían participado en su desarrollo empiezan a plantearse las consecuencias que podía tener semejante arma. De nuevo, varios científicos intentaron frenar el uso de este tipo de armas. A buenas horas… Ya era tarde. En agosto de 1945 se arrojaron las bombas atómicas “Little Boy”, en Hiroshima, y “Fat Man”, en Nagasaki. El resultado fue la muerte de miles y miles de personas, la destrucción de todo cuanto estaba alrededor y la rendición de Japón.

Tras esto, científicos que habían participado en el Proyecto Manhattan se sintieron tremendamente culpables y, en los años 50, nació un potente movimiento anti-armas al que se sumaron numerosos científicos.

Esta historia nos hace reflexionar sobre la responsabilidad ética y moral de los científicos. La ciencia está en todas partes, tanto a nivel teórico como práctico, y tiene importantes implicaciones, no solo en momentos como guerras (o pandemias), sino en todo momento. Teniendo en cuenta esto, parece bastante claro que los científicos tenemos un papel importante en la sociedad y, como personajes de esta, nuestros actos pueden tener consecuencias decisivas.

En ciencia, muchas veces se confunde la objetividad con la neutralidad. Y esto puede ser peligroso. La objetividad es tremendamente importante en ciencia, pero la neutralidad puede acabar en desastre. Los científicos, como humanos que somos (aunque a veces parece que esto se olvida), tenemos sentimientos, tenemos opiniones, tenemos ideología y tenemos valores éticos y morales. Todas estas capacidades que nos hacen humanos están ahí cuando estamos desarrollando nuestra labor científica, investigadora o técnica, y dejarlas de lado puede suponer un problema para nuestra integridad y dignidad como personas, y también para la sociedad.

En el ejemplo puesto anteriormente vemos un caso muy extremo, ya que estamos hablando de un contexto de guerra, pero sirve como ejemplo para ver la importancia de la ética dentro de la ciencia. En el caso mencionado, podemos ver como distintos científicos contribuyen, de manera más o menos directa, a la creación de un arma que mató a miles de personas.

Por un lado, nos encontramos con un gran grupo de científicos cuyos conocimientos sentaron las bases para la creación de la bomba atómica. Sobre estos científicos no recaería gran responsabilidad moral, ya que la finalidad de sus investigaciones no era hacer daño a nadie, sino simplemente avanzar en el conocimiento. Aquí hay que tener en cuenta que “el conocimiento” no es bueno o malo. Lo que puede ser bueno o malo es el uso que se hace de él. En este sentido, el papel ético de los científicos consiste en plasmar el alcance que pueden tener a nivel científico los descubrimientos. También fomentar futuras investigaciones que puedan resultar útiles para generar más conocimiento o para conseguir una mejora en la ciencia o en la sociedad.

Por otro lado, nos encontramos con los científicos que participaron de manera más directa en el desarrollo del Proyecto Manhattan. Muchos de ellos se arrepintieron enormemente y se sintieron horrorizados ante lo que se había conseguido. Aquí se ve de forma más clara la importancia de la responsabilidad moral de los científicos. ¿Hasta qué punto mi trabajo como científico puede considerarse ético? No fueron los científicos los que lanzaron las bombas, pero sin ellos no hubiera sido posible hacerlo.

Sin embargo, también hay que tener en cuenta que la responsabilidad moral de los científicos puede llevar a cosas “malas”. Y es que la ética, la moral, lo bueno y lo malo son aspectos bastante complejos de tratar. Para algunos científicos, quizás su responsabilidad ética les lleva a querer acabar con un grupo de personas que tienen una enfermedad altamente contagiosa para que esta no es expanda. ¿Sería esto ético? Cuando los alemanes empezaron con el proyecto para conseguir la Wunderwaffe, les parecía lo correcto moralmente, ya que éticamente les podía parecer perfecto conseguir de nuevo la hegemonía alemana. En la Alemania nazi esto podría entenderse como lo mejor para la sociedad y por lo tanto parece totalmente lícito a nivel moral.

Los científicos podemos decidir en qué investigamos, qué ámbitos queremos mejorar y cómo podemos mejorarlos. Así, tenemos un papel decisivo, ya que la ciencia no avanza sin científicos. Y si estos científicos carecen de responsabilidad ética, sus decisiones se basarán en otros factores y la ciencia puede ser usada con fines poco morales. Por ejemplo, imaginemos que hay un grupo de científicos brillantes que pueden elegir trabajar en la cura contra el cáncer o en la creación de una nueva arma biológica. Pongamos que, por razones política y económicas, la financiación para el arma biológica es mucho mayor. Si estos científicos tienen un mínimo de responsabilidad ética decidirán trabajar en la cura contra el cáncer. Si no es así, se guiarán por otras cosas y, teniendo en cuenta que cobrarán más desarrollando una nueva arma, dedicarán su tiempo a ello. Parece una locura, ¿verdad? Pues, sinceramente, no me parece tan descabellado. Y por esto es importante la responsabilidad ética en ciencia.


En resumen, la responsabilidad ética de los científicos puede tener una enorme influencia en la sociedad, debido a las implicaciones que tiene la ciencia en distintos ámbitos de la vida. Esto puede tener mayor relevancia en momentos de grandes conflictos, como puede ser una guerra. Hay que tener en cuenta que los conocimientos científicos no son moralmente buenos o malos, pero que la finalidad de estos conocimientos sí que puede tener objetivos poco éticos. De aquí la importancia de la toma de decisiones de los científicos, principalmente a la hora de elegir en qué ámbitos contribuir. El último punto a tener en cuenta es que esta responsabilidad ética de los científicos es una responsabilidad totalmente personal; además, es cambiante en función del contexto y del momento.

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