En esta entrada discuto 3 afirmaciones relacionadas con: el colapso de la función de onda, la Wi-Fi y el sueño, y la estructura de los cristales. Las afirmaciones son las siguientes:
1. El colapso de la función de onda en física cuántica no es un concepto físico, sino filosófico.
El colapso de la función de onda hace referencia al momento en el que se mide el estado de una partícula y asume que no se puede predecir qué se obtendrá en dicha medición. Y es que este colapso no es un acto que se produzca físicamente, sino que lo que se produce es la superposición de los estados de una partícula. Al no poder captar esto, optamos por definir el colapso de la función de onda, que es una asignación que se realiza en el momento de medida, para poder entender la superposición de una partícula. Con la medición únicamente conocemos uno de los múltiples estados en los que se encuentra la partícula. Es por tanto un concepto filosófico válido que nos permite entender un hecho físico.
2. La Wi-Fi impide conciliar el sueño.
La radiación electromagnética de la Wi-Fi es una radiación no ionizante de baja frecuencia que no afecta a la hora de conciliar el sueño. Sin embargo, hay elementos asociados a la Wi-Fi que sí que pueden influir negativamente en el sueño: el efecto nocebo (pensar que te puede afectar puede tener efectos), la luz de los dispositivos, la adicción a internet, el uso de dispositivos electrónicos justo antes de dormir, etc. Por lo tanto, la Wi-Fi no impide conciliar el sueño de forma directa, pero sí podría entenderse que puede hacerlo de forma indirecta.
3. Todos los cristales tienen una estructura atómica o molecular periódica, que presenta un orden tanto a corto como a largo alcance. Por ello los cristales presentan un patrón de difracción de rayos X definido, que sería imposible sin esa estructura periódica.
Sí que es cierto que los cristales consisten en una estructura periódica ordenada que permite un patrón de difracción de rayos X definido. Sin embargo, este patrón de difracción también sería posible sin esta estructura periódica, por lo que el enunciado es falso. Es el caso de los cuasicristales, que sí presentan una estructura ordenada y un patrón de difracción definido, pero no una estructura periódica.
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