Hoy tengo el placer de entrevistar (aunque sea ficticiamente) a Gertrudis
de la Fuente, bioquímica especializada en enzimología. Nació en 1921 y murió en 2017, por lo que poder hacerle una entrevista ahora supone poder repasar al completo cómo fue su vida como mujer científica.
Nota: esta entrevista contiene fragmentos que realmente fueron dichos por Gertrudis en entrevistas reales. Estos fragmentos están escritos en cursiva y en color naranja. El resto del texto es ficticio, pero basado en su bibliografía, sus entrevistas y sus investigaciones.
Buenas tardes Gertrudis, un placer poder tenerte con nosotras de nuevo. Si te parece, en esta entrevista vamos a hacer un repaso de tu vida como mujer y como científica. Vamos a intentar ir por orden para no dejarnos nada importante. Cuéntanos, ¿Cómo fue tu infancia?
Nací en Madrid, en 1921, pero siendo muy pequeña nos mudamos a Estación Arroyo-Malpartida, en Cáceres. Mi padre era ferroviario y, por su trabajo, nos tuvimos que mudar. Mi madre era ama de casa.
¿Cómo fue tu educación ahí?
Las mujeres recibían una educación muy básica. Solo querían enseñarnos a ser buenas amas de casa. Que una mujer estudiase demasiado no estaba bien visto… Durante un tiempo me incluyeron en clase con niños, donde aprendían mucho más, pero tenía que soportar las burlas de los compañeros. A los chicos no les gustaba nada que hubiera una chica ahí. Los chicos me hicieron la vida imposible. Llegó un momento en el que no pude seguir estudiando. Por suerte yo siempre tuve mucha curiosidad y ganas de aprender, y pude aprender mucho por mi cuenta.
Más tarde regresasteis a Madrid, ¿verdad? ¿Pudiste continuar estudiando en la capital?
Sí, cuando mi padre se jubiló, en 1935, volvimos a Madrid y pude estudiar bachillerato. Pero tampoco fue un camino fácil, porque poco después de regresar a Madrid llegó la Guerra y mis estudios volvieron a paralizarse. Pero al final me fue bastante bien, terminé bachillerato con 21 años y con una media de matrícula de honor. Siempre he sido una sabionda (se ríe).
Después estudiaste química en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Siempre quisiste estudiar química?
No, no. De pequeña quería ser maquinista, pero naturalmente aquello no prosperó. Después, lo que quería hacer era estudiar matemáticas, pero me convencieron de que no era una carrera adecuada para mujeres. Física era otra opción, pero tampoco parecía apropiado por aquel entonces… No era común que una mujer pudiese ser matemática o física, sin embargo, siempre había trabajo para una mujer en los laboratorios, así que química parecía una opción más viable.
Tras acabar la carrera decidiste escribir tu tesis sobre bioquímica, ¿Cómo te decidiste por esta rama?
Durante la carrera oí hablar a una profesora sobre la bioquímica, que por aquel entonces era una rama nueva, y me pareció un campo de estudio apasionante. Después, asistí a un seminario de Alberto Sols, un bioquímico con el que acabaría trabajando. Nos dio la charla y dije, “esto es lo mío”. Con ese seminario me di cuenta de que la bioquímica era una disciplina maravillosa y con mucho potencial. La medicina será algo realmente útil cuando incorpore lo que la bioquímica le puede dar, y esto lo tuve claro desde el principio.
Fuiste investigadora en el CSIC y catedrática en la facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. ¿Puedes resumirnos qué estudios realizaste en el campo de la bioquímica?
Empecé estudiando el metabolismo de los carbohidratos, los mecanismos de transporte y enzimáticos relacionados con estas moléculas, esenciales para el organismo. Me especialicé en el estudio de las enzimas, las moléculas encargadas de catalizar las reacciones químicas. Esto me resultaba muy interesante. Veía que las enzimas podían aportar mucha información y muchos avances en medicina, por eso también investigué en enzimología clínica. He colaborado mucho en los avances de la medicina, pero esto no tiene un valor especial. No lo he hecho con sacrificio, lo he hecho disfrutando al mismo tiempo.
Uno de los proyectos con los que más se te relaciona es con la investigación del síndrome tóxico del aceite de colza. ¿Cómo fue liderar la comisión científica que llevó este caso?
En 1981 hubo muchos casos de intoxicación por aceite de colza. El problema estuvo en que el aceite desnaturalizado, que se empleaba para uso industrial, fue comercializado para el consumo humano, lo que causó la muerte de más de 1000 personas. Me pusieron al frente de la comisión de investigación del síndrome tóxico, porque yo era la única que hablaba con los aceiteros, con los analistas y con los médicos. Estuvimos barajando distintas hipótesis sobre la fuente de la intoxicación hasta llegar al origen. Fueron solo cuarenta días de investigación, pero fue un trabajo muy intenso y de gran responsabilidad.
Una vez que hemos hecho un breve repaso de tu vida académica e investigadora quería preguntarte sobre cómo ha influido el hecho de ser una mujer en todo esto. ¿Te has sentido discriminada en algún momento? ¿Crees que has tenido más dificultades que tus compañeros hombres?
Por supuesto. Durante mi educación, cómo ya he comentado, lo pasé bastante mal, al recibir una educación menor y ser objeto de burla de los niños. Más adelante, ya dedicándome a la ciencia, me di cuenta de que si tú lees, sabes hacer las cosas, te defiendes bien en el laboratorio… te aceptan bien. Lo que no te pondrán nunca es en puestos directivos. Los puestos directivos en aquella época no eran accesibles a las mujeres, y creo que siguen siéndolo mínimamente. Es cierto que para las mujeres en mi época el porvenir era un buen marido y unos hijos sanitos…, pero yo tuve muy buena aceptación.
¿Alguna idea de lo que hay que hacer para mejorar la situación de la mujer, sobre todo en ciencia?
La situación de la mujer me ha preocupado desde el principio. La mujer que trabaja y además tiene un bebe es una verdadera mártir. Y esto no se arregla solo con una libertad de derecho, sino con los derechos que corresponden a una guardiana de la continuidad de la especie, sobre la que gravita la responsabilidad de que los niños que nacen nazcan sanos, crezcan sanos, sean buenos ciudadanos y sean felices. Todavía queda mucho por mejorar con respecto a la mujer en la ciencia.
*Todas las imágenes has sido extraídas del documental "Gertrudis (la mujer que no enterró sus talentos)"
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