El esencialismo es una gran tentación para la epistemología,
ya que supondría poder explicar qué es el conocimiento independientemente de elementos externos y establecer normas invariables para el desarrollo de este. Además, el mundo se nos presenta como algo estable (o eso puede parecer en muchos casos), y es más sencillo y práctico conocer aquello estable que aquello que está en constante cambio.
A pesar de estas “ventajas”, la epistemología histórica no puede ser esencialista. Es una disciplina histórica que trata un elemento igualmente histórico y cambiante: el conocimiento. Buscar la esencia del conocimiento no parece lo más adecuado si el conocimiento es algo mutable, que varía a lo largo del tiempo y cuya “esencia” es cambiante en función del contexto, por lo que realmente no podemos hablar de “esencia”. Por esto, la epistemología histórica se desarrolla en el marco de la contingencia y la relatividad histórica, y no en el esencialismo.
Tratar la epistemología histórica desde el esencialismo podría traernos algunas facilidades, pero, teniendo en cuenta el carácter histórico del conocimiento, no sería realista y acabaría generando problemas y dificultades. El esencialismo podría valerle a la epistemología histórica si el objeto de estudio fuera invariable, pero el conocimiento es histórico y contingente, por lo que el esencialismo no es un enfoque realista.
Comentarios
Publicar un comentario