En uno de sus textos Latour habla de “el fin de la naturaleza”,
¿Qué quiere decir con esto?
Para comenzar, hay que tener en cuenta que nos encontramos en el Antropoceno, en una época en la que todo muta frenéticamente por la acción humana, como se ve con el cambio climático (entre muchos otros cambios). El origen de estas mutaciones es principalmente tecnológico y humano y deja de lado lo “natural”. Este es el poder ontológico de la ciencia, capaz de modificar el mundo y la naturaleza.
El ser humano ha querido separarse de la naturaleza, dando lugar a la idea de Naturaleza/Cultura. Sin embargo, los conceptos de Naturaleza y Cultura no son dicotómicos y fácilmente delimitables, sino que es imposible separar lo natural de lo cultural, de modo que la línea divisoria entre ambas es cada vez más difusa. Es imposible separar lo cultural o humano de lo natural, ya que ambos están interaccionando continuamente.
Por tanto, existe inestabilidad de la naturaleza, que está en constante cambio; pero también existe inestabilidad dentro del término “naturaleza”, en cuanto que hay gran dificultad de establecer a qué nos referimos con naturaleza y dónde encontramos las líneas delimitantes. En este sentido, el concepto de naturaleza es complejo; hemos intervenido tanto en lo que se consideraba natural que deja de serlo, las fronteras desdibujadas han sido atravesadas por el ser humano y su “cultura”.
Generalmente se ha considerado la naturaleza como algo estable, constante, universal, e indiferente, mientras que la cultura y lo humano se ha considerado sensible, responsable y, en definitiva, reactivo ante los cambios. Ahora, sin embargo, la naturaleza parece sensible y se activa ante los cambios (generados principalmente por el ser humano), mientras que nosotros nos tornamos insensibles y no reaccionamos ante las circunstancias que ocurren a nuestro alrededor (por lo menos en lo que a la naturaleza se refiere). Ante la reacción de la naturaleza, en lugar de actuar de forma activa, optamos por la indiferencia, como si la naturaleza no fuera con nosotros.
Hemos llegado a un periodo postnatural, en el que no nos sentimos parte de la naturaleza, a pesar de que estamos modificándola constantemente. Nos hemos apoderado de la naturaleza, que pasa a ser prácticamente una consecuencia de nuestras acciones, a la vez que queríamos alejarnos de ella. Además, nos negamos a asumir la responsabilidad de las consecuencias negativas que caen y caerán sobre nosotros por esta “destrucción de lo natural”. La naturaleza ha acabado porque ha pasado a ser totalmente humana, sensible y reactiva.
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