En el mundo lleno de cambios y mutaciones bruscas en el que vivimos, ¿Tiene sentido seguir hablando de ‘progreso’ o sería más adecuado hablar de ‘innovación’?
La palabra ‘progreso’ implica cambio, pero también un avance hacia algo mejor, ¿realmente podemos hablar de ‘progreso’ teniendo en cuenta esto?
Las modificaciones científico-tecnológicas que se producen a nuestro alrededor suelen ofrecer alguna ventaja en el campo en el que se han desarrollado y para el objetivo para el que se han planteado, pero esto no implica un avance hacia “algo mejor” a un nivel más global. No podríamos hablar entonces de progreso como tal, sino de cambio. Un cambio que puede ser beneficioso en algún sentido, pero perjudicial en otro, de modo que la ciencia y la tecnología no son disciplinas perfectas y “buenas” que solo traen consigo adelantos y mejoras.
Hablar de innovación facilita mucho la comprensión del momento en el que nos encontramos, sobre todo si hablamos del punto de vista tecnológico-científico-social. La innovación, al igual que el progreso, incluye dentro de sí el cambio y la transformación, presentes en el contexto en el que nos encontramos. Otra característica común entre ‘innovación’ y ‘progreso’ es que ambos tienen lugar en contextos espaciales y temporales concretos y están tremendamente influidos por ellos. Por último, ambos se basan en el conocimiento e implican aprendizaje y adquisición de nuevos conocimientos. Por lo tanto, ‘innovación’ y ‘progreso’ tienen algunos aspectos comunes relacionados con el contexto actual. Sin embargo, lo que hace preferible hablar de ‘innovación’ es que esta idea tienen también en cuenta otros aspectos esenciales que no están recogidos en el término ‘progreso’:
- La innovación implica cambios de valor (hablamos de valor de todo tipo: económico, social, político, etc.), tanto para bien como para mal. Una innovación puede suponer una generación de valor (algo positivo) o una pérdida de valor (algo negativo). Incluso podría implicar ambas cosas a la vez. Esta es una diferencia esencial con el término ‘progreso’, que solo tiene en cuenta la mejora, la ganancia de valor, mientras que la innovación puede ser creativa y/o destructiva.
- Las innovaciones tienen que ser difundidas y aceptadas. Una innovación no lo es hasta que no se ha extendido en la sociedad. Para que exista esta difusión necesaria es importante que gran parte de la sociedad acepte la innovación. El cambio tiene que ser comunicado y tiene que convencer a la gente para que pueda considerarse innovación.
- La innovación es un concepto pluralista, en cuanto a que incluye todo tipo de innovaciones (tecnológica, social, política, natural, empresarial, etc.) y por tener en cuenta a los actores que participan en el proceso de innovación, entre los que habrá diferencias y serán afectados de manera diferente por las innovaciones, lo que puede llevar a discrepancias y conflictos. La interacción entre los distintos agentes de la innovación es también importante, no solo para la aceptación necesaria dentro de la innovación, sino para el pluralismo de esta.
Si en nuestro contexto los cambios estuvieran destinados al bien, hablaríamos de progreso. Sin embargo, no estamos en esa situación; estamos viviendo en un momento en el que las mutaciones constantes nos llevan a un punto desconocido (no sabemos si bueno, malo o las dos cosas a la vez) en un proceso en el que toda la sociedad está involucrada. Por esto, hablar de progreso no tiene mucho sentido y es más adecuado hablar de innovación, una innovación que trae consigo cambio, novedad e incertidumbre.
Comentarios
Publicar un comentario