El 11 de junio de 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la situación de pandemia debida a un nuevo virus influenza A (H1N1). Cuando se declaró la pandemia, la infección había llegado a 74 países, afectando a unas 30.000 personas. En el caso de España, los primeros casos se detectaron en abril, y a finales de julio ya había 1.538 casos confirmados. Por suerte, en la mayoría de casos se producen síntomas leves y de recuperación rápida, siendo los grupos más afectados los menores de 30 años. Sin embargo, la transmisión se produce de manera más rápida que las gripes estacionales previas.
Hoy, 10 de agosto de 2010, la OMS anuncia el fin de esta pandemia. Hay que aclarar que esto no quiere decir que el virus H1N1 haya desaparecido, sino que ha dejado de ser el virus dominante de las gripes estacionales. Esto ha ocurrido ya que gran parte de la población está inmunizada frente al virus por haber estado en contacto con él o gracias a la vacunación. ¿Cómo ha ocurrido esto?
Para entender cómo han evolucionado los acontecimientos hay que tener claros dos conceptos: ritmo reproductivo básico (R0) y susceptibilidad.
El ritmo reproductivo básico (R0) indica el promedio de personas que pueden ser contagiadas por una persona infectada. Así, si R0 = 1, una persona infectada contagia de media a otra persona, que a su vez contagiará también a una persona. Así, cuanto mayor sea R0, mayor será la capacidad de propagación del agente infeccioso. En el caso de H1N1, R0 tiene un valor de entre 1,2-1,7; variando en distintas poblaciones y situaciones (2,2 en México, 1,3 en Canadá, 1,7 en EEUU, 1,3 en España, etc.). Sin embargo, R0 no nos sirve de forma aislada para comprender cómo se propaga una enfermedad infecciosa. Otro elemento a tener en cuenta, y que ha tenido mucha influencia en el fin de esta pandemia, es la susceptibilidad.
Al hablar de R0, tenemos en cuenta que toda la población es susceptible, es decir, cualquiera se puede infectar. Sin embargo, la realidad es otra: nos inmunizamos, dejando de ser susceptibles. Quien ha pasado la enfermedad, se convierte en no susceptible, al haberse inmunizado. Lo mismo ocurre con las vacunas, nos inmunizan.
Es muy importante tener en cuenta esto para evaluar cómo evolucionan las pandemias, ya que a lo largo del tiempo no tenemos que tener en cuenta el R0 , sino el índice reproductivo efectivo (R0 efectivo). Este índice tiene en cuenta la inmunidad de la población, de forma que indica la velocidad a la que se propagan los contagios, pero teniendo en cuenta la susceptibilidad de la población en cada momento. De este modo, entendemos que los contagios van disminuyendo a medida que hay menos población susceptible.
Esto ha ocurrido con esta pandemia y ocurrirá con las que vengan. A medida que la población se ha infectado, ha aumentado la población susceptible, disminuyendo el R0 efectivo (ver figura 1) y, por tanto, disminuyendo también la capacidad y velocidad de contagio.
Por esto, como consejo para la próxima pandemia, siempre que sea posible una inmunización eficaz mediante la vacunación es tremendamente recomendable, con el fin de disminuir el R0 efectivo y así frenar la propagación del agente infeccioso.
Fuentes:
-Simón Méndez, Lorena, Salvador de Mateo Ontañón, Amparo Larrauri Cámara, Silvia Jiménez-Jorge, Josep Vaqué Rafart, and Santiago Pérez Hoyos. 2011. “Transmisibilidad y Gravedad de La Pandemia de Gripe A(H1N1)2009 En España.” Gaceta Sanitaria 25(4):296–302.
-Vaqué, Josep. 2010. “Epidemiología de La Gripe A (H1N1) En El Mundo y En España.” Archivos de Bronconeumologia 46(SUPPL. 2):3–12.
-Canals L, Mauricio. 2010. “Análisis comparado de la dinámica epidemiológica de la Influenza A (H1N1) en Chile.” Rev. méd. Chile [online]. vol.138, n.9, pp.1186-1196. ISSN 0034-9887. http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872010000900016.
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