Los antibióticos han salvado muchísimas vidas. Sin embargo, empiezan a ser menos eficientes debido a la aparición de las resistencias a los antibióticos.
La resistencia a los antibióticos es un fenómeno evolutivo por el cual las bacterias que han sufrido una mutación que les confiere resistencia a antibióticos, transmiten esa resistencia a su descendencia. También pueden transmitir los genes que confieren resistencia mediante otros mecanismos como la transformación bacteriana, la conjugación o la transducción.
El problema de la resistencia a los antibióticos es cada vez mayor y, ante él, deberíamos seguir dos estrategias: hacer buen uso de los antibióticos e investigar nuevas formas de tratar las infecciones bacterianas.
Una de las alternativas terapéuticas a los antibióticos son los bacteriófagos o fagos. Son virus con capacidad de infectar bacterias de manera específica. Teniendo en cuenta esto, de manera teórica podrían usarse virus bacteriófagos para destruir bacterias patógenas sin la necesidad de antibióticos.
D’Hérelle fue quien, en 1917, descubrió que había virus capaces de infectar a bacterias. Además, realizó los primeros estudios sobre el poder terapéutico de los bacteriófagos, tanto en animales como en humanos. Los primeros estudios sobre el uso de bacteriófagos como método terapéutico (fagoterapia) fueron muy criticados por la falta de reproducibilidad, por los métodos empleados y por la existencia de resultados contradictorios. Esto, sumado a la llegada de la era de los antibióticos, hizo que la investigación sobre el uso terapéutico de los fagos se dejase de lado. Sin embargo, ante la crisis de la resistencia a los antibióticos el interés por la fagoterapia está aumentando.
En los últimos años se están llevando a cabo ensayos clínicos relacionados con la terapia con bacteriófagos. No hay resultados concluyentes, pero se está estudiando la seguridad y eficacia de la fagoterapia en distintas infecciones. Hay que tener en cuenta que todavía hay algunas cosas que solucionar con respecto al uso de bacteriófagos:
- No se comprende del todo la farmacocinética de los bacteriófagos.
- También podrían producirse resistencias.
- Son muy específicos, de modo que es necesaria una identificación previa de la bacteria que se quiere destruir.
- No se conoce cuál es la mejor forma de administrarlos.
Por lo tanto, la fagoterapia parece una buena alternativa frente a los antibióticos a nivel teórico, pero todavía queda mucha investigación por delante para conseguir que sea un método terapéutico totalmente eficiente.
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