¿Has oído hablar de la neuroestética?
Si no estás inmerso en el mundo de la estética seguramente la respuesta sea no, pero no te preocupes, que te pongo un poco al tanto del tema.
La Neuroestética nace de la Neurociencia y la Estética. La Estética es la rama de la filosofía que estudia la belleza y los fundamentos filosóficos del arte. Por su parte, la Neurociencia es la ciencia que estudia el sistema nervioso. Así, la neuroestética usa la neurociencia para explicar las experiencias estéticas. Entre otras cosas, esta disciplina busca entender las conexiones neuronales relacionadas con la belleza y la creatividad, comprender cómo un estímulo estético desencadena emociones, estudiar la base neurológica de las preferencias artísticas, etc. Para todo esto, la neuroestética estudia el sistema nervioso, principalmente mediante el estudio de la actividad neuronal o mediante sistemas de imágen (PET, Resonancia magnética o Resonancia Magnética Funcional, por ejemplo).
Teniendo en cuenta esto, la neuroestética mezcla los mundos de la filosofía y la ciencia; de la belleza y del sistema nervioso. ¿Tiene sentido este mix tan particular?
MIX ESTÉTICA-NEUROCIENCIA
Históricamente, filosofía y ciencia siempre se han acompañado. Ambas disciplinas se complementan y se aportan mucho mutuamente.
La neuroestética y todas las interacciones científico-filosóficas pueden llegar a tener implicaciones a nivel científico, tecnológico, filosófico o social. La ciencia pierde mucho sin una sociedad, unos valores y una filosofía subyacente. De igual modo, la filosofía puede enriquecerse mucho con aportes científicos como herramienta para encontrar respuestas más objetivas o empíricas a respuestas filosóficas.
MIX ARTE/BELLEZA-SISTEMA NERVIOSO
La mezcla belleza/sistema nervioso tiene todo el sentido del mundo. Para poder comprender la belleza es esencial tener en cuenta cómo somos capaces de ver, de interpretar lo que vemos y de apreciarlo (o no). En todas estas actividades el sistema nervioso es el protagonista. Al fin y al cabo, la estética estudia cómo interpretamos los estímulos sensoriales artísticos o bellos y esta interpretación es tarea del sistema nervioso. Por otra parte, el sistema nervioso también es clave en la producción del arte y la belleza, no solo de su interpretación. Las ideas, sentimientos o emociones que se plasman en el arte no serían posibles sin el sistema nervioso, al igual que no seríamos capaces de plasmarlas de forma artística mediante distintas formas.
De este modo, el estudio del sistema nervioso puede aportar luz al estudio del arte y la belleza, pues permite entender su creación y funcionamiento. Por el otro lado, la neuroestética puede aportar material al estudio del sistema nervioso, al comprender mecanismos y el funcionamiento del cerebro ante distintos estímulos.
Entonces…¿SIRVE PARA ALGO LA NEUROESTÉTICA?
Plantea preguntas e intenta resolverlas, así que, desde mi punto de vista, la respuesta rápida es sí: la neuroestética tiene utilidad. Todo estudio y experimentación tiene su utilidad, incluso si no se llegan a conclusiones demasiado claras o no se demuestran hipótesis. Lo importante, tanto en ciencia como en filosofía, es hacerse preguntas e intentar contestarlas; y esto es lo que hace la neuroestética.
La neuroestética busca responder a preguntas filosóficas o estéticas (qué es el arte o qué es la belleza) desde un punto de vista científico. Sinceramente, no creo que la cientifización de la estética dé una respuesta absoluta y objetiva a estas preguntas, pero sí que contribuye a un enfoque más multidisciplinar, aportando un nuevo punto de vista que puede ser muy enriquecedor. Además, puede que las percepciones estéticas sí que tengan una parte biológica objetiva que pueda conocerse con más o menos precisión.
Sin embargo, la belleza, el arte o la estética son conceptos mucho más complejos que van más allá de lo biológico. No son universales y cerradas (como serían si pudiesen estudiarse de modo científico), sino que influyen factores muy complejos como valores sociales y personales, elementos económicos, históricos, políticos, etc. Todo esto también puede estudiarse desde un punto de vista neurocientífico, por supuesto, pero sería meterse en jardines más complejos incluso.
Por otro lado, por el momento, con los estudios realizados no se han podido responder las grandes preguntas de la neuroestética. Es cierto que se han podido identificar zonas relacionadas con la experiencia estética (la ínsula derecha, la amígdala o el córtex prefrontal dorsolateral izquierdo son algunos ejemplos), pero los experimentos que se han realizado no pueden explicar las teorías planteadas.
También hay que tener en cuenta que todavía no conocemos del todo cómo funciona el cerebro ni qué es a nivel filosófico el arte o lo bello. Así que estamos intentando resolver una pregunta muy compleja “ayudándonos” de una ciencia también muy compleja y de la que todavía nos falta mucha información.
Como conclusión, considero que la neuroestética puede aportar preguntas y planteamientos interesantes a los ámbitos de las neurociencias y la estética. Neurociencia y estética pueden complementarse bien y colaborar activamente aportando nuevos puntos de vista. Sin embargo, por el momento no creo que vaya a resolver grandes preguntas de ninguna de las disciplinas que conjuga, pues son campos demasiado complejos y de los que nos falta mucho por conocer. Pero quién sabe si poco a poco la neuroestética irá desenmarañando la complejidad de su contenido llegando a conclusiones de impacto científico y filosófico.
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