Cierra los ojos durante unos segundos y piensa.
Seguramente hayan aparecido palabras en tu mente. Es normal. El lenguaje es una capacidad humana difícil de evitar. Para mi es prácticamente imposible pensar en algo sin recurrir al lenguaje. Al pensar en situaciones, objetos, personas, imágenes, etc., éstas van acompañadas de palabras.
Solamente ha habido dos elementos en los que he sido capaz de pensar sin pensar en palabras: sensaciones y algunos sentimientos.
Con sensaciones me refiero a sensaciones tanto del momento presente como al rememorar o pensar en sensaciones que no estoy sintiendo en este momento. Por ejemplo, soy capaz de pensar en la sensación de una brisa de verano o la sensación de mis pies pisando arena. En estos casos no se me vienen palabras a la mente, sino que siento y pienso en esa sensación. Lo mismo me pasa con algunas emociones. Hay sentimientos que sí que vienen a mi mente con palabras; los más identificables: alegría, miedo, enfado, tristeza… Pero hay otras emociones más complejas que vienen a mis pensamientos sin palabras. Es más, si intento ponerle palabras tampoco sabría ponérselas.
Me parece curioso como, por lo menos en mi mente, lo más emocional y ambiguo no se asocia tanto con el lenguaje como lo racional o concreto. Creo que en mi cabeza los elementos más fácilmente clasificables se organizan a través del lenguaje; mientras que elementos más complejos de clasificar, como las sensaciones o emociones, no se asocian tanto con palabras.
Me genera curiosidad cómo pensaríamos si no tuviéramos lenguaje, porque me resulta muy difícil de imaginar. Lo que sí que me parece bastante claro es que sin lenguaje sería mucho más complicado elaborar planes de acción y transmitir la información.
En los planes de acción, los elementos que aparecen son los concretos, los que en mi cabeza están unidos a las palabras, así que sin palabras me parece imposible gestar un plan de acción. Es cierto que podría realizarse con imágenes, símbolos, representaciones, etc. pero estas son igualmente parte del lenguaje y además suelen aparecer en la mente asociados a palabras.
Con respecto a la transmisión de información, el problema es muy similar. Podríamos informar y comunicarnos de manera no verbal, pero esto, por una parte, es otra parte del lenguaje; y por otra parte, vuelve a asociarse fuertemente con el lenguaje verbal. Podríamos, por ejemplo, comunicarnos con pictogramas o mediante mímica. No sé si le ocurre a todo el mundo, pero cuando veo un dibujo de una casa, me viene a la mente la palabra “casa”. De igual modo, cuando veo a alguien abanicándose con la mano, me viene a la mente la palabra “calor”. Así, aunque nos esforcemos por comunicarnos de forma no verbal, no somos capaces de huir de las palabras.
Por lo tanto, el lenguaje es una singularidad humana intrínseca a nosotros, sin la cual tendríamos muchas más dificultades a la hora de elaborar planes de acción y transmitir información. Hay que tener en cuenta que esas dos habilidades han sido esenciales en la evolución de nuestra especie y son tremendamente importantes en nuestra vida y nuestra cultura.
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