Como comentamos en la entrada anterior, estamos ante la sexta extinción. Por ahora, nuestra relación con esta sexta extinción es bastante lamentable, pues somos los principales causantes de esta. Ante esto, podemos seguir mirando hacia otro lado y manteniendo nuestra postura antropocentrista o podemos intentar cambiar las cosas, hacer algo para solucionar el problema que estamos causando. Con esta idea de mejorar la situación que nosotros mismos hemos creado, han aparecido algunos proyectos interesantes, como el movimiento Half-Earth.
El concepto Half-Earth fue acuñado por el biólogo E. O. Wilson en su libro "Half-Earth: Our Planet's Fight for Life", en el que propone que, dejando la mitad de la Tierra libre para la vida silvestre, podrían salvarse entre el 80 y el 90% de las especies de nuestro planeta.
Este proyecto tiene como objetivo proteger la mitad de los espacios terrestres y marinos del planeta para acabar con la crisis climática y la pérdida de la biodiversidad. Para conseguir esto, se quiere dotar a investigadores, políticos, organizadores comunitarios, ecologistas y a la población general de los conocimientos que necesitan para conservar y restaurar el planeta.
Seguramente te hayas preguntado que si queremos proteger de la actividad humana a la mitad de la Tierra, ¿A qué mitad vamos a proteger?
Pues bien, para responder a esta pregunta, se han elaborado mapas del planeta que tienen en cuenta el área biogeográfica de cada especie, su distribución y el riesgo de impacto humano. De esta manera, se puede evaluar qué áreas son las más valiosas para ser protegidas y todo el mundo puede acceder a esta información.
La idea del proyecto Half-Earth es simple y el concepto es fácil de entender y es potente: podemos salvar la vida protegiendo la mitad del planeta. Sin embargo, para funcionar necesita de un apoyo universal que no tengo muy claro que estemos dispuestos a hacer como sociedad. Es necesario cambiar nuestro modo de vida y nuestra forma de comportarnos con la naturaleza.
Por ejemplo, para que el proyecto funcione, las prácticas agrícolas deberían cambiar radicalmente. Es cierto, que los avances tecnológicos pueden ayudar en este sentido, pero todavía nos queda mucho por hacer.
Otro aspecto que podemos destacar es el económico. Se necesita una financiación muy fuerte para los proyectos de conservación y los resultados de estos proyectos pueden no parecer beneficiosos económicamente a corto plazo, por lo que en el plano económico invertir en mejorar el planeta puede no parecer rentable. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los costes de la destrucción del planeta son mucho mayores a largo plazo. Quizá promover está idea ayude a que gobiernos y líderes económicos inviertan más a favor del cuidado de la biodiversidad.
En mi opinión, el movimiento Half-Earth es poco realista actualmente. Los intereses económicos y la necesidad de inmediatez que presenta nuestra sociedad hace que los altos mandos, que son los que finalmente tienen el poder, no se involucren en la protección del planeta como deberían. Además, para que el proyecto Half-Earth sea efectivo es necesario que sea universal, lo cual complica su ejecución. De todos modos, creo que cada vez somos más conscientes del problema que estamos causando y poco a poco podemos cambiar la situación (si es que estamos a tiempo). A nivel individual cada vez estamos tomando más cartas en el asunto, pero esto no es suficiente, se necesitan medidas de protección potentes y globales para solucionar un problema que es igualmente potente y global.
Actualmente, menos del 17% de los espacios terrestres y el 8% de los espacios marinos reciben alguna protección, por lo que nos queda mucho camino por recorrer para llegar al objetivo Half-Earth. Por terminar de manera algo optimista, hay que mencionar que decenas de países se han comprometido a apoyar el objetivo de Las Naciones Unidas de proteger al menos el 30% de los espacios terrestres y marinos para 2030 y el 50% para 2050.
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